1. El acto de creación es inadmisible
Argumento ateo: Crear es sacar algo de la nada. Pero ello es
imposible porque de la nada, nada sale. Por tanto, no puede haber un ser
creador; luego, Dios no existe.
Refutación: este es el primero de los “argumentos”
planteados por el filósofo francés Sebastian Faure para intentar demostrar la
inexistencia de DIOS.
Con el fin de procurar la pertinencia de nuestra refutación,
citemos sus propias palabras:
“Crear, es sacar algo de la nada. Es hacer con la nada
alguna cosa. Es llamar a la nada ser. Eso supuesto, imagino que no se encuentra
ni una sola persona dotada de razón que pueda concebir y admitir que de la nada
se pueda sacar algo, que con la nada sea posible hacer alguna cosa. Imaginad a
un matemático, elegid el calculador mas eminente, colocad detrás de el una
enorme pizarra negra. Rogadle que trace sobre ella ceros y más ceros: podrá esforzarse
en sumar, en multiplicar, el librarse de todas las operaciones de las matemáticas,
y no alcanzara jamás a extraer de la acumulación de esos ceros una unidad. Con nada,
no se hace nada; con nada no se puede hacer nada. (…) en consecuencia, la hipótesis
de un ser verdaderamente creador es una hipótesis que la razón rechaza. El ser
creador no existe, no puede existir”
Para quien este entrenado en cuestiones de lógica y conozca
bien los fundamentos del teísmo no le será difícil ubicar las dos grandes
falacias que comete Faure en su razonamiento.
En primer lugar comete una falacia de petición de principio.
En efecto, al excluir de inicio la posibilidad de que pueda crearse algo a partir
de la nada desde ya está excluyendo la posibilidad de que exista un creador y,
por lo tanto, esta presuponiendo en sus premisas la conclusión a alcanzar. Pero
no hay razón para excluir tal posibilidad. Obviamente es imposible hacer algo
de la nada NATURALMENTE, y ese es justamente el sentido del famoso aforismo de
Lucrecio de que “de la nada, nada sale” (ex nihilio nihil) y también el sentido
en sería pertinente el ejemplo del matemático que nos propone Faure. Pero ello
de ningún modo implica que sea imposible hacer algo de la nada
SOBRENATURALMENTE, que es justamente el sentido en el que los teístas creen que
DIOS hace algo de la nada. Es de
esperarse que el ateo no quiera aceptar la posibilidad de lo sobrenatural, pero
haciéndolo así cae nuevamente en una falacia de petición de principio ya que si
rechaza a priori la posibilidad de lo sobrenatural estaría también rechazando a
priori la posibilidad de la existencia de DIOS.
En segundo lugar Faure comete una falacia de blanco móvil. Y
es que, contrariamente a lo que parece atribuir Faure a los teístas cuando dice
que “no se encuentra ni una sola persona dotada de razón que pueda concebir y
admitir (…) que con la nada sea posible hacer alguna cosa”, no existe ningún creyente
con dos dedos de frente que afirme que DIOS creo las cosas CON la nada, ya que
con la nada no se puede hacer nada simplemente porque la nada no es.
Y es justamente ahí donde radica el problema de Faure porque
el, en lugar de entender la “nada” como aquello que no es, la conceptúa (erróneamente)
como un “algo” realmente existente y piensa en la creación como un “formar”
algo con esa “nada” (baste con recordar su analogía del matemático que luchaba
con los ceros para obtener una cantidad positiva): pero eso no es lo que
postula el teísmo. Así, por ejemplo, Santo Tomas de Aquino nos dice que “al
decir que se hace algo de la nada, la preposición `de` no designa una causa
material, sino solamente un orden”. Por tanto, el teísmo no dice propiamente
que DIOS hace las cosas con la nada sino más bien desde la nada, es decir, sin
partir de algo pre-existente. En otras palabras, no da el ser al no-ser (lo
cual sería absurdo y contradictorio) sino simple y llanamente da el ser.
Finalmente, para acabar con este “argumento” hay que decir
que, si quiere ser coherente consigo mismo, termina poniendo al ateo en graves
aprietos. Y es que al postular como premisa central que “de la nada, nada sale”,
frente al hecho de la existencia del universo solo le deja al ateo dos
posibilidades: 1) que haya existido siempre, y 2) que haya sido creado.
En caso de que tome la primera, tendrá que resolver todas
las objeciones que van en contra de la eternidad del universo. Y en caso de que
tome la segunda, dado que “de la nada, nada sale”- como el mismo habría admitido-,
tendrá que descartar la posibilidad de que el universo se haya creado a sí
mismo a partir de la nada y, por tanto, será necesario que acepte la existencia
de un ser distinto y ontológicamente anterior al universo que le haya dado el
ser. En otras palabras, el ateo ¡tendría que aceptar la existencia de DIOS!
Fuente
¿Dios existe?
El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer,
p.157
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